viernes, 1 de diciembre de 2017

Castillo de Cullera (Valencia)

Historia del castillo:
El edificio se alzó en el siglo X, época califal. A comienzos del siglo XI paso a formar parte de las defensas de la Taifa de Valencia.

En el Cantar de mio Cid aparece esta localidad y su castillo: "Al rey Yúcef tres golpes le hubo dado, se le libró de la espada, pues mucho le corrió el caballo, se le metió en Cullera, un castillo como un palacio". Según el Cantar, Cullera fue saqueada por el Cid en su campaña de desgaste para debilitar Valencia. Tras la batalla de Sagunto, el Cid se dedicó a saquear diversos puntos de la taifa valenciana, en ataques rápidos que lanzaban por la noche, como Cullera, Játiva y Denia. Tras conquistar Valencia, el rey almorávide Yussuf cruzó el Estrecho con 50.000 hombres para recuperar la ciudad, pero fue derrotado por el Cid en batalla campal y terminó refugiándose en Cullera para salvar la vida.4​

En el 1239​ pasó a manos cristianas, esta vez por el rey Jaime I. Durante la Guerra de los Dos Pedros fue tomado por los castellanos y recuperado por los aragoneses. Sirvió de defensa contra los piratas berberiscos durante el siglo XVI. ​ En el siglo XIX volvió a tener importancia militar durante la Guerra de la Independencia y las Guerras Carlistas. Durante estas últimas se modificó la Torre Mayor, demoliendo su estancia abovedada para formar una plataforma para fusileros.2​

Entre 1891 y 1897 se construyó el santuario de Nuestra Señora del Castillo, obra del arquitecto José María Belda. Esta edificación supuso la supresión del albacar viejo.1​

El castillo ha sido restaurado recientemente concluyendo con la musealización de la Torre Mayor.

Leyenda sobre su conquista:
La leyenda cuenta el hecho de que el rey Jaime I no pudo conquistarla en 1235 por la fuerza debido a que no encontró piedras redondas para emplearlas en sus fundíbulos y otras máquinas de guerra. Añade que fuerzas mágicas y misteriosas escondieron las piedras útiles en lugares recónditos por lo que el rey se vio forzado a levantar el asedio y, únicamente mediante un pacto celestial consiguió ocupar la ciudad en 1239. Una leyenda y un pacto celestial que se acentúa con la presencia del ángel con las alas extendidas a modo de protección que lleva en la cimera el escudo de la ciudad.

La base de la leyenda estaría en función del fracaso del monarca de conquistar la ciudad durante el asedio de 1235. Cullera y las alquerías de su término, ante el ataque, buscaron protección en la zona próxima al castillo. Jaime I utilizaría las catapultas, pero los proyectiles no podrían alcanzar la altura conveniente ni cubrir toda la superficie, protegida por dos cinturones defensivos. La misma Crónica del rey narra la razón del fracaso: no había piedras para ser lanzadas por las máquinas de guerra. Pero Jaime I tenía que ser consciente de las dificultades y también de que estas serían mayores cuando intentara el ascenso de las catapultas y de los proyectiles adecuados, por lo que la empresa estaba condenada al fracaso dada las dificultades del terreno, pero todavía más por la necesidad de tiempo, hombres y alimentos de los cuales no disponía en ese momento. Ni el rey ni su Crónica podrían aceptar el fracaso y, quizás por ello, la explicación se zanjó únicamente con la falta de piedras. De ahí la leyenda.

Al margen de ella, en 1239 el castillo de Cullera se entregó al rey de manera pacífica y con ello se cubrió el objetivo, lo que posiblemente dio argumentos para que, cuando se narrasen los hechos de conquista en la Crónica, el monarca silenciara los problemas de infraestructura por los cuales no consiguió tomar el castillo en 1235.







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